martes, 9 de diciembre de 2008

La Piedra Angular de la vida de muchos


Crecí siempre escuchando historias de mi madre. Historias sobre la vida de mi familia en Argentina; de ella y mi padre, de su amor, de mis hermanos y un poco del contexto histórico donde vivían.
Mis padres se divorciaron cuando yo aún era pequeño. Recuerdo perfectamente cómo era cuando aún estaban juntos, pero no lo viví del todo. No era exactamente consciente de las cosas aún. Fue todo lo traumática que puede ser para un niño de 8 años una separación, pero tampoco fue algo demasiado horrible. Lo acepté bien, dentro de lo que cabe, ya que por aquella época la relación que tenían no era demasiado buena que digamos. Estaban atravesando un momento difícil, supongo, y lo mejor en ese momento fue separarse.
Sin embargo, toda mi vida, incluso hoy, mi madre ha mantenido que, durante el tiempo que estuvieron juntos, se quisieron muchísimo. Según me cuenta, ellos dos tenían algo especial, y lo que me describe no se parece ni de lejos a las historias de amor que veo hoy a mi alrededor. Era un amor que no entendía de problemas, de trabas, o de materialismos. Se profesaban un amor y un respeto tan especial, que ni siquiera soy capaz de hacerme una idea de cómo podría ser. Vivieron un romance larguísimo, de muchos años, como si todavía fuera el primer mes de noviazgo. Tenían problemas económicos, tuvieron cinco hijos, cambiaron varias veces de país, e incluso tuvieron que estar mucho tiempo separados. Y aún así, a pesar de todos los hándicaps con los que se encontraron, siguieron enamorados casi hasta el final de su relación, cuando las cosas, en realidad, en su entorno, ya no eran tan difíciles como habían sido antes a su alrededor.

Todo el mundo busca el amor de alguna forma. Un término que ni siquiera tiene definición concreta, o explicación, pero que parece ser la piedra angular de la vida de muchos. Todos deseamos un amor como el de mis padres, libre de agentes externos, que sea capaz de sobrevivir a casi todo, pero ¿existe esa clase de amor? Con el cauce que ha tomado la sociedad, llena de ansias capitalistas y de frivolidades, ¿es posible encontrar amor incondicional, o el tipo de enganches a los que podemos acceder están sujetos permanentemente a lo externo? Tal vez la literatura, el cine, el arte, que se coció en otros tiempos muy distintos, nos habla de historias y de romances a los que, en el mundo actual, ya no es posible ni oler. Quizá esas historias prestadas nos han contagiado la sed por un líquido que ya se extinguió, y ahora solo nos queda conformarnos con algún charco esporádico, que nos encontremos de vez en cuando.

Y yo me pregunto, ¿qué es más sano, vivir sabiendo que ese amor romántico ya nunca va a estar ahí, o vivir con la ilusión de que, con suerte, algún día, viviremos nuestra propia historia de amor, con sus tragedias, dramas, alegrías y aventuras? Estoy seguro de que, para muchas personas, esa ilusión significa ganas de seguir adelante y de no rendirse. Muchos esperan encontrar la felicidad completa en ese alguien ideal que hará que sus vidas dejen de ser grises y se tiñan de colores, y puede que el realismo y el cinismo acaben matando a esa ilusión. Y es muy probable que, cuando esa ilusión muera del todo, todos muramos un poquito por dentro…