
Cuando me subí en el avión que me traía de vuelta se me pasó por la cabeza. No lo voy a negar. ¿Qué hubiera pasado si lo hubiese dejado todo? Todo por lo que he luchado durante estos años, todo por lo que he discutido; todo lo que se supone que era correcto para mí. ¿Qué hubiera sucedido si en lugar de eso me hubiera quedado con mi familia y con el lugar donde crecí? Adiós al trabajo, a la carrera, a los dolores de cabeza, a las prisas, a la mala alimentación…adiós a mi vida. Por suerte o por desgracia el avión ya rodaba por la pista, y mis pensamientos no tuvieron demasiada oportunidad de cumplirse.
No sé si hubiera sido capaz de hacerlo, aún así. La verdad es que sería lo más fácil. Abandonar todo y dejarme llevar por la vida estática e inanimada. Vivir para trabajar, trabajar para poder comer, comer para poder ir a trabajar…etc, etc.
Claro que la familia es importante. Puede que sin ellos no hubiera llegado a nada en mi vida. Y digo “puede”, por no decir “seguro”, porque siempre han estado pendientes de evitar mis constantes autodestrucciones, o de darme una colleja cuando me anulo a mí mismo. Mi familia es de las cosas más importantes que tengo; ellos son lo que más valoro, y son quizá la única cosa que sé que va a estar ahí cuando, algún día, me caiga de las nubes.
Pero no puedo dejarlo todo. Aún tengo demasiados planes sin crear. Demasiadas cosas que hacer y decir. Sé que todavía no he descubierto toda mi vitalidad; todo lo que soy capaz de ser y de hacer, y de ofrecer. Todavía tengo la esperanza de recibir muchas cosas de la vida, de las personas, y sé que aquí es donde quiero querer estar, y donde la mayor parte del tiempo quiero estar.
Creo que estoy llegando a un punto en mi vida de no retorno. Algo va a pasar, lo presiento. Y me gustaría estar presente cuando esto pase.
No sé si hubiera sido capaz de hacerlo, aún así. La verdad es que sería lo más fácil. Abandonar todo y dejarme llevar por la vida estática e inanimada. Vivir para trabajar, trabajar para poder comer, comer para poder ir a trabajar…etc, etc.
Claro que la familia es importante. Puede que sin ellos no hubiera llegado a nada en mi vida. Y digo “puede”, por no decir “seguro”, porque siempre han estado pendientes de evitar mis constantes autodestrucciones, o de darme una colleja cuando me anulo a mí mismo. Mi familia es de las cosas más importantes que tengo; ellos son lo que más valoro, y son quizá la única cosa que sé que va a estar ahí cuando, algún día, me caiga de las nubes.
Pero no puedo dejarlo todo. Aún tengo demasiados planes sin crear. Demasiadas cosas que hacer y decir. Sé que todavía no he descubierto toda mi vitalidad; todo lo que soy capaz de ser y de hacer, y de ofrecer. Todavía tengo la esperanza de recibir muchas cosas de la vida, de las personas, y sé que aquí es donde quiero querer estar, y donde la mayor parte del tiempo quiero estar.
Creo que estoy llegando a un punto en mi vida de no retorno. Algo va a pasar, lo presiento. Y me gustaría estar presente cuando esto pase.