sé que tengo que añadir una nueva entrada o algo, pero es que estoy passando por una época de no-inspiración, así que para escribir chorradas, prefiero callar...
sorry
sábado, 12 de abril de 2008
martes, 18 de marzo de 2008
¿romántico o práctico?

¿Es justo que la gente se conforme a la hora de decidir compartir el resto de su vida con alguien?
Nadie es perfecto, eso está claro. Pero es cierto que, a medida que crecemos, nos vamos poniendo una especie de mínimos o virtudes que debe tener nuestra futura pareja que, a la hora de decidir, nos sabrán indicar si estamos escogiendo de forma correcta y justa para con nosotros mismos.
Sin embargo, a medida que te haces adulto te vas dando cuenta de que no todo es de color de rosa; de que ni tú eres como esperabas ser, ni las personas con quienes te vas relacionando lo son. Y que algunas no cumplen, ni de lejos, los mínimos que a lo largo de tu desarrollo te habías impuesto. Es entonces cuando creo que comenzamos a bajar el listón; a conformarnos.
De pronto nos encontramos con que exigimos menos en la persona inventada con la que queremos estar, y ahora toleraríamos cosas que, quizá en otras circunstancias (siendo más guapos, más inteligentes, más altos o más bajos, o teniendo simplemente más donde elegir), no hubiéramos tolerado. Es como que, en cuanto al “amor”, vamos aprendiendo a tragar y perdemos la capacidad crítica. Y claro, hay gente que es de la opinión de que, como nadie es perfecto, hay que conformarse con lo que, de alguna manera, más se acerca a lo ideal (aunque tampoco esté demasiado cerca); es decir, dejan de buscar y se amoldan.
Pero eso es, cuanto menos, injusto. ¿No lo es? Quiero decir, ¿no es injusto que tengamos que conformarnos a la hora de escoger a alguien que va a estar ahí (en un principio) siempre? ¿No es eso un acto de lo más cobarde? ¿Y no puede eso ser en gran parte miedo a la soledad? Viene a hacer alusión al refrán de “más vale pájaro en mano que ciento volando”. Es como que si lo quieres todo y luchas por tenerlo corres el riesgo de quedarte sin nada, y en base a eso haces tu elección.
Ahora bien, no creo que esté muy claro qué punto de vista es el correcto. ¿Con cuál te quedarías? ¿Escogerías la opción práctica y acabarías conformándote, o te quedarías con la visión romántica, y esperarías hasta encontrar a la persona idónea, aunque eso te condujera a la soledad?
Nadie es perfecto, eso está claro. Pero es cierto que, a medida que crecemos, nos vamos poniendo una especie de mínimos o virtudes que debe tener nuestra futura pareja que, a la hora de decidir, nos sabrán indicar si estamos escogiendo de forma correcta y justa para con nosotros mismos.
Sin embargo, a medida que te haces adulto te vas dando cuenta de que no todo es de color de rosa; de que ni tú eres como esperabas ser, ni las personas con quienes te vas relacionando lo son. Y que algunas no cumplen, ni de lejos, los mínimos que a lo largo de tu desarrollo te habías impuesto. Es entonces cuando creo que comenzamos a bajar el listón; a conformarnos.
De pronto nos encontramos con que exigimos menos en la persona inventada con la que queremos estar, y ahora toleraríamos cosas que, quizá en otras circunstancias (siendo más guapos, más inteligentes, más altos o más bajos, o teniendo simplemente más donde elegir), no hubiéramos tolerado. Es como que, en cuanto al “amor”, vamos aprendiendo a tragar y perdemos la capacidad crítica. Y claro, hay gente que es de la opinión de que, como nadie es perfecto, hay que conformarse con lo que, de alguna manera, más se acerca a lo ideal (aunque tampoco esté demasiado cerca); es decir, dejan de buscar y se amoldan.
Pero eso es, cuanto menos, injusto. ¿No lo es? Quiero decir, ¿no es injusto que tengamos que conformarnos a la hora de escoger a alguien que va a estar ahí (en un principio) siempre? ¿No es eso un acto de lo más cobarde? ¿Y no puede eso ser en gran parte miedo a la soledad? Viene a hacer alusión al refrán de “más vale pájaro en mano que ciento volando”. Es como que si lo quieres todo y luchas por tenerlo corres el riesgo de quedarte sin nada, y en base a eso haces tu elección.
Ahora bien, no creo que esté muy claro qué punto de vista es el correcto. ¿Con cuál te quedarías? ¿Escogerías la opción práctica y acabarías conformándote, o te quedarías con la visión romántica, y esperarías hasta encontrar a la persona idónea, aunque eso te condujera a la soledad?
lunes, 10 de marzo de 2008
las cagadas vitales

¡Qué tiempos aquellos...! A veces echo de menos la forma de percibir que tenía cuando era un niño. Me encantaba observar mucho las cosas, analizarlas mucho, darles vueltas. Y así sacar mis propias conclusiones de la vida; del funcionamiento de las cosas a mi alrededor. Todo era más fácil, porque una vez sacaba las conclusiones pertinentes sobre algo, nadie me lo iba a rebatir, porque era un puto crío, y a nadie le importaba mi teoría de la realidad.
Ahora las cosas son distintas. Por una parte no tanto, porque sigo observando las cosas, y dándoles vueltas, y analizándolas…, pero con mucho menos tiempo y con muchísimo más margen de error. De adultos tenemos tantas cosas en la cabeza que no podemos estar a todo. Es lo que ese dicho dice (valga la redundancia), “el que mucho abarca, poco aprieta”.
Además, por supuesto, ahora hay que tener muchísimo más cuidado con las conclusiones que se sacan, porque casi seguro que un mal juicio te va a llevar a error, y por ende, este error te llevará a cagarla en algún punto de tu vida. Ya no es tan fácil como sentarse a observar y aprender, ni mucho menos. Seguimos aprendiendo, sí, pero de una forma menos contemplativa estilo cuento de hadas; de un modo más torpe, como a trompicones. Ahora estamos como en el practicum de la vida. Ya no hay teoría. Ahora es todo práctica; aprendemos sobre la marcha, y el que no vale…a empresariales.
Todo eso es una mierda, porque entonces llegar a la edad adulta en realidad solo significa que puedes votar. No te garantiza elecciones correctas, ni una vida cómoda o una personalidad fuerte y estable. Para nada. Es más, nos desquiciamos cada vez más a medida que cumplimos años. Somos cada vez más inestables por culpa de las responsabilidades que ganamos, y también por culpa de ellas, con el tiempo elegimos peor. Tenemos menos tiempo, menos ganas y más presión; es decir, ERROR.
Así que sí. Parece que en el mundo, a medida que crecemos nos hacemos más pequeños… es como que no nos damos mucha cuenta de cuándo pasamos de ser niños a ser adultos, y de cuándo nuestras decisiones van a pasar de ser meras irrelevancias para el cosmos, a ser importantes y a tener repercusiones serias sobre nuestra existencia.
Es un estrés. Ya no nos podemos sentar a observar y a hacer conclusiones ideales, qué va. Ahora es como si una cuerda atada al cuello tirara de nosotros, arrastrándonos por la carretera a una velocidad importante, y nosotros tuviéramos que ir decidiendo nuestra vida sobre la marcha, preocupándonos de que no se nos escapen los objetivos del alcance de la vista. Porque sí, lo que quede atrás…quedó. No hay vuelta. Rectificar es de sabios, claro, porque a ver quién es el listo capaz de parar la vorágine y remontar.
¿La conclusión? Pues yo creo que a la que siempre llego. Que la vida es perra, pero divertida también. Y que no hay que desesperar. Que todo nos parece muy estresante y desenfrenado en nuestras vidas, pero que cuando nos jubilemos ya tendremos tiempo de sentarnos a observar en nuestra silla, en el portal de casa (como las viejas de los pueblos, que desde que apareces en la lejanía, no quitan la vista hasta que doblas la esquina). Además, inconformistas como somos, seguramente entonces echaremos de menos el estrés de la juventud, y tendremos una sensación de nostalgia que, ahí sí, no tendrá vuelta atrás. Así que lo dicho, ¡a disfrutar del estrés y de las cagadas vitales!
Ahora las cosas son distintas. Por una parte no tanto, porque sigo observando las cosas, y dándoles vueltas, y analizándolas…, pero con mucho menos tiempo y con muchísimo más margen de error. De adultos tenemos tantas cosas en la cabeza que no podemos estar a todo. Es lo que ese dicho dice (valga la redundancia), “el que mucho abarca, poco aprieta”.
Además, por supuesto, ahora hay que tener muchísimo más cuidado con las conclusiones que se sacan, porque casi seguro que un mal juicio te va a llevar a error, y por ende, este error te llevará a cagarla en algún punto de tu vida. Ya no es tan fácil como sentarse a observar y aprender, ni mucho menos. Seguimos aprendiendo, sí, pero de una forma menos contemplativa estilo cuento de hadas; de un modo más torpe, como a trompicones. Ahora estamos como en el practicum de la vida. Ya no hay teoría. Ahora es todo práctica; aprendemos sobre la marcha, y el que no vale…a empresariales.
Todo eso es una mierda, porque entonces llegar a la edad adulta en realidad solo significa que puedes votar. No te garantiza elecciones correctas, ni una vida cómoda o una personalidad fuerte y estable. Para nada. Es más, nos desquiciamos cada vez más a medida que cumplimos años. Somos cada vez más inestables por culpa de las responsabilidades que ganamos, y también por culpa de ellas, con el tiempo elegimos peor. Tenemos menos tiempo, menos ganas y más presión; es decir, ERROR.
Así que sí. Parece que en el mundo, a medida que crecemos nos hacemos más pequeños… es como que no nos damos mucha cuenta de cuándo pasamos de ser niños a ser adultos, y de cuándo nuestras decisiones van a pasar de ser meras irrelevancias para el cosmos, a ser importantes y a tener repercusiones serias sobre nuestra existencia.
Es un estrés. Ya no nos podemos sentar a observar y a hacer conclusiones ideales, qué va. Ahora es como si una cuerda atada al cuello tirara de nosotros, arrastrándonos por la carretera a una velocidad importante, y nosotros tuviéramos que ir decidiendo nuestra vida sobre la marcha, preocupándonos de que no se nos escapen los objetivos del alcance de la vista. Porque sí, lo que quede atrás…quedó. No hay vuelta. Rectificar es de sabios, claro, porque a ver quién es el listo capaz de parar la vorágine y remontar.
¿La conclusión? Pues yo creo que a la que siempre llego. Que la vida es perra, pero divertida también. Y que no hay que desesperar. Que todo nos parece muy estresante y desenfrenado en nuestras vidas, pero que cuando nos jubilemos ya tendremos tiempo de sentarnos a observar en nuestra silla, en el portal de casa (como las viejas de los pueblos, que desde que apareces en la lejanía, no quitan la vista hasta que doblas la esquina). Además, inconformistas como somos, seguramente entonces echaremos de menos el estrés de la juventud, y tendremos una sensación de nostalgia que, ahí sí, no tendrá vuelta atrás. Así que lo dicho, ¡a disfrutar del estrés y de las cagadas vitales!
lunes, 3 de marzo de 2008
hoy me siento en potencia

Hoy me siento en potencia. Siento que soy capaz de hacer muchísimas cosas. Me siento joven y activo; capaz de hacer millones de cosas y de disfrutar de millones de situaciones. Me encantaría sentirme siempre así. Es reconfortante, la verdad. Pero, seamos francos, hay cientos de millones de personas en el mundo, y fijo que, como yo, todas ellas en algún momento se han sentido así. Y claro, quién me dice a mí que yo voy a ser de los pocos que harán algo importante de verdad. Algo interesante y fructífero.
A veces me desespero. Me siento como “en proceso de”. Todo es un proceso para mí en este momento: estoy en proceso de encontrarme a mí mismo, en proceso de terminar la carrera, en proceso de encontrar un lugar en el mundo… todo es un largo proceso que (creo en mi subconsciente) me va a llevar a un punto, y que cuando esté en ese punto voy a estar en mi máxima. ¿Pero llegará ese momento alguna vez?
A lo mejor todo eso es simplemente un engaño del subconsciente para mantenernos vivos; con esperanza de, todavía, poder ser algo en la vida. Y no me refiero a un oficio, una función profesional o social, no. Hablo de algo más allá. Es como si todos en el interior supiéramos que allá a lo lejos, en esa parte que nuestra limitada vista todavía no divisa, hay ALGO que nos espera. Algo que va a zarandear nuestra vida “en proceso”, y que allí es donde podremos sonreír y decir “vale, aquí es adonde quería llegar”.
Lo que yo me pregunto es si eso será cierto. Si algún día voy a experimentar eso. O sea si todas las personas del mundo sienten eso, ¿hay lugar en ese horizonte para todos? Ya sé que me quedan muchas cosas por delante; sé que aún no he tenido ocasión de saborear ni el diez por ciento del menú que me han puesto (sí, que me han puesto, porque en todo este tiempo no he visto muchas cartas que digamos) delante. Pero bueno, mientras nadie me trunque la imaginación, yo no tengo intención de parar de darle vueltas a estas cosas, porque a lo mejor esto me sirve para estar alerta. Quién sabe. Tal vez a mucha gente le llega ese momento cumbre (ahí en el horizonte) y no se dan por enterados. Vale, ya sé. Puede que no necesiten darse cuenta y que sean muy humildes, y que se conformen con poco, y que simplemente sean felices con el curso de las cosas, y todo lo que quieras. Pero no hay nada que me de más miedo que no disfrutar las cosas cuando se me ofrecen. No hay nada en el mundo más horrible que el miedo; la inseguridad y la incertidumbre, porque el miedo se hace poco a poco con las vidas de las personas hasta controlarlas, y esto les (nos) impide disfrutar de las experiencias y las sensaciones en el momento en que se presentan.
Muchas veces me pasa que, al recordar algo vivido, lo recuerdo de una forma más idealizada que como realmente lo viví en su momento. Y entonces me pregunto cuál es la realidad. Con qué sensación debo quedarme. Es una mierda saber que en muchos momentos de tu vida estabas disfrutando, ¡y ni te estabas enterando!! Es de coña. Es que no podemos controlar ni eso. Y todo por culpa del miedo. El Miedo Global hacia todas las cosas bonitas que existen que se nos va enraizando en el cerebro desde que nacemos. La mente es muy sabia, y nos deja recordar las cosas sin el factor miedo jodiendo, sí. ¿Pero a quién le echo la culpa de no poder disfrutar las cosas en su momento? claro, sí. A la sociedad. Pero no es solo suya, porque ¿quién se encarga de procesar todas las chorradas que se nos enseñan? Pues claro. ¡La mente! La mente puta…y su maldito sentimiento de culpa.
A veces me desespero. Me siento como “en proceso de”. Todo es un proceso para mí en este momento: estoy en proceso de encontrarme a mí mismo, en proceso de terminar la carrera, en proceso de encontrar un lugar en el mundo… todo es un largo proceso que (creo en mi subconsciente) me va a llevar a un punto, y que cuando esté en ese punto voy a estar en mi máxima. ¿Pero llegará ese momento alguna vez?
A lo mejor todo eso es simplemente un engaño del subconsciente para mantenernos vivos; con esperanza de, todavía, poder ser algo en la vida. Y no me refiero a un oficio, una función profesional o social, no. Hablo de algo más allá. Es como si todos en el interior supiéramos que allá a lo lejos, en esa parte que nuestra limitada vista todavía no divisa, hay ALGO que nos espera. Algo que va a zarandear nuestra vida “en proceso”, y que allí es donde podremos sonreír y decir “vale, aquí es adonde quería llegar”.
Lo que yo me pregunto es si eso será cierto. Si algún día voy a experimentar eso. O sea si todas las personas del mundo sienten eso, ¿hay lugar en ese horizonte para todos? Ya sé que me quedan muchas cosas por delante; sé que aún no he tenido ocasión de saborear ni el diez por ciento del menú que me han puesto (sí, que me han puesto, porque en todo este tiempo no he visto muchas cartas que digamos) delante. Pero bueno, mientras nadie me trunque la imaginación, yo no tengo intención de parar de darle vueltas a estas cosas, porque a lo mejor esto me sirve para estar alerta. Quién sabe. Tal vez a mucha gente le llega ese momento cumbre (ahí en el horizonte) y no se dan por enterados. Vale, ya sé. Puede que no necesiten darse cuenta y que sean muy humildes, y que se conformen con poco, y que simplemente sean felices con el curso de las cosas, y todo lo que quieras. Pero no hay nada que me de más miedo que no disfrutar las cosas cuando se me ofrecen. No hay nada en el mundo más horrible que el miedo; la inseguridad y la incertidumbre, porque el miedo se hace poco a poco con las vidas de las personas hasta controlarlas, y esto les (nos) impide disfrutar de las experiencias y las sensaciones en el momento en que se presentan.
Muchas veces me pasa que, al recordar algo vivido, lo recuerdo de una forma más idealizada que como realmente lo viví en su momento. Y entonces me pregunto cuál es la realidad. Con qué sensación debo quedarme. Es una mierda saber que en muchos momentos de tu vida estabas disfrutando, ¡y ni te estabas enterando!! Es de coña. Es que no podemos controlar ni eso. Y todo por culpa del miedo. El Miedo Global hacia todas las cosas bonitas que existen que se nos va enraizando en el cerebro desde que nacemos. La mente es muy sabia, y nos deja recordar las cosas sin el factor miedo jodiendo, sí. ¿Pero a quién le echo la culpa de no poder disfrutar las cosas en su momento? claro, sí. A la sociedad. Pero no es solo suya, porque ¿quién se encarga de procesar todas las chorradas que se nos enseñan? Pues claro. ¡La mente! La mente puta…y su maldito sentimiento de culpa.
miércoles, 20 de febrero de 2008
qué idiotez
¿Qué es lo que estoy haciendo con mi vida? Qué hago deprimiéndome por todo, por cada estupidez a la que le doy importancia? Tengo apenas 22 años y me siento viejo por dentro. Basta ya. Telarañas fuera. El mundo está lleno de experiencias vitales, de lugares, de gente interesantísima por conocer, de sueños que cumplir y de sorpresas por encontrar. No voy a pasarme el resto de mi juventud compadeciéndome de mí mismo; sufriendo por cada cosa desagradable que me pase, porque aún queda mucho tiempo para que las cicatrices se cierren y las cosas mejoren. La nostalgia es para otras personas. La nostalgia es para la gente que desea vivir cosas que ya no puede vivir. Y sí, todos hemos tenido esa sensación alguna vez, pero a mi edad es casi seguro que vendrán cosas mejores. Realmente empiezo a pensar que la vida no me sonreirá hasta que yo no le sonría a ella, y la verdad, hace mucho que ni la miro a la cara.
lunes, 18 de febrero de 2008
La inspiración se fue

La inspiración se ha ido. Llevo meses buscando inspiración para escribir, para tocar, para crear algo. Pero no hay nada. Me he quedado vacío.
A lo mejor es que me he dejado absorber demasiado por el día a día; por la rutina, el estrés y los asuntos banales. El caso es que me fuerzo a escribir, a tocar algo bonito, a componer una canción, o simplemente a tener un sentimiento bonito, que no sea nostalgia de algo inexistente. Pero no me sale nada. Me siento impotente; impotente, triste y vacío.
Y se supone que la tristeza suele inspirar a la gente. Algunos compones temas tristes, otros escriben historias de desamor, de muerte, de desesperanza, o simplemente se regodean en su tristeza y eso les hace estar más en sintonía con el mundo, y luego resurgen elevados a su máxima potencia. Pero a mi no me inspira. Estoy totalmente bloqueado por la amargura interna, reseca y pegada a las paredes del estómago. Es como si ya no fuera más que el portador de esa tristeza alienante. Y la cosa es que no sé como sacarla. Es imposible parirla, deshacerse de ella o echarla de alguna forma. Crece y crece, y a veces se hace mas pequeña, y luego, cuando parece que ha desaparecido, vuelve a surgir de la nada. Es como un tumor que no se puede erradicar con terapia alguna.
¿Qué me pasa? ¿Es temporal, o ya se acabó? Se acabó mi etapa de soñador. Mi etapa creativa y artística. Quizá ahora simplemente me limite a existir; a trabajar, a estudiar y simplemente existir. A lo mejor la vida trata de eso. Puede que llegue un momento en la existencia en el que dejas de soñar, de tener expectativas, de querer cambiar el mundo, y simplemente coexistas con las necesidades básicas de un trozo de carne móvil.
Lo único que me queda es desear que algún día algo me haga despertar del estado de quiescencia y volver disfrutar, a crear y así merecer de nuevo la existencia.
A lo mejor es que me he dejado absorber demasiado por el día a día; por la rutina, el estrés y los asuntos banales. El caso es que me fuerzo a escribir, a tocar algo bonito, a componer una canción, o simplemente a tener un sentimiento bonito, que no sea nostalgia de algo inexistente. Pero no me sale nada. Me siento impotente; impotente, triste y vacío.
Y se supone que la tristeza suele inspirar a la gente. Algunos compones temas tristes, otros escriben historias de desamor, de muerte, de desesperanza, o simplemente se regodean en su tristeza y eso les hace estar más en sintonía con el mundo, y luego resurgen elevados a su máxima potencia. Pero a mi no me inspira. Estoy totalmente bloqueado por la amargura interna, reseca y pegada a las paredes del estómago. Es como si ya no fuera más que el portador de esa tristeza alienante. Y la cosa es que no sé como sacarla. Es imposible parirla, deshacerse de ella o echarla de alguna forma. Crece y crece, y a veces se hace mas pequeña, y luego, cuando parece que ha desaparecido, vuelve a surgir de la nada. Es como un tumor que no se puede erradicar con terapia alguna.
¿Qué me pasa? ¿Es temporal, o ya se acabó? Se acabó mi etapa de soñador. Mi etapa creativa y artística. Quizá ahora simplemente me limite a existir; a trabajar, a estudiar y simplemente existir. A lo mejor la vida trata de eso. Puede que llegue un momento en la existencia en el que dejas de soñar, de tener expectativas, de querer cambiar el mundo, y simplemente coexistas con las necesidades básicas de un trozo de carne móvil.
Lo único que me queda es desear que algún día algo me haga despertar del estado de quiescencia y volver disfrutar, a crear y así merecer de nuevo la existencia.
miércoles, 23 de enero de 2008
¿Y todo esto, para qué?

¿Es realmente importante preguntarse adónde nos lleva todo? ¿Realmente importan las cosas que nos presionan y nos llenan la mente en el día a día? ¿No sería más coherente seguir adelante para poder compartir algunos buenos ratos con la gente que de verdad importa; con aquellos que realmente están a nuestro lado día a día?
He estado pensando en exceso. Siempre haciéndome preguntas sobre todo; siempre buscando razones, explicaciones de las cosas que me pasan. ¿Pero en realidad qué mas da? Qué me importa para qué me sirva todo, si realmente a la hora de morirme lo único que lamentaré será no haber disfrutado más mi vida. Porque sí, a lo mejor no he llegado a ser lo que mis padres esperaban de mí, y sí, puede que haya defraudado a mucha gente en mi camino, pero bueno, también me han defraudado a mí muchas veces, y he sabido olvidarlo. Aunque a veces lo olvide, también he hecho cosas buenas en mi vida, y de alguna u otra forma me siento orgulloso de haber logrado, aunque de una forma mínima, que el mundo sea un lugar menos asqueroso.
Lo que realmente importa de todo esto es que algún día tal vez volveré a casa, y que al final no importarán las cosas que haya hecho mal. Todo lo malo queda atrás; se hunde y queda relegado en el culo del vaso. Lo que de verdad permanece es lo que nos hace felices, ¿porque de qué va todo esto si no?
He estado pensando en exceso. Siempre haciéndome preguntas sobre todo; siempre buscando razones, explicaciones de las cosas que me pasan. ¿Pero en realidad qué mas da? Qué me importa para qué me sirva todo, si realmente a la hora de morirme lo único que lamentaré será no haber disfrutado más mi vida. Porque sí, a lo mejor no he llegado a ser lo que mis padres esperaban de mí, y sí, puede que haya defraudado a mucha gente en mi camino, pero bueno, también me han defraudado a mí muchas veces, y he sabido olvidarlo. Aunque a veces lo olvide, también he hecho cosas buenas en mi vida, y de alguna u otra forma me siento orgulloso de haber logrado, aunque de una forma mínima, que el mundo sea un lugar menos asqueroso.
Lo que realmente importa de todo esto es que algún día tal vez volveré a casa, y que al final no importarán las cosas que haya hecho mal. Todo lo malo queda atrás; se hunde y queda relegado en el culo del vaso. Lo que de verdad permanece es lo que nos hace felices, ¿porque de qué va todo esto si no?
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